Entrevistamos a nuestra experta Laia Puig: 18 años transformando memorias de sostenibilidad con impacto

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Con más de 18 años de experiencia en la elaboración de memorias de sostenibilidad para empresas de sectores y tamaños muy diversos, Laia Puig nos invita a conocer su día a día como responsable técnica de reporting en Anthesis.

En esta conversación, descubrimos su trayectoria, su visión de futuro y las claves para afrontar los retos actuales. También nos explica qué hace que una memoria de sostenibilidad sea realmente útil, relevante y capaz de generar valor.

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Trayectoria y visión

¿Cómo ha cambiado el reporting de sostenibilidad desde que empezaste en el sector?

Hace 18 años, cuando empecé, el reporting de sostenibilidad era un ejercicio voluntario, principalmente extendido entre las grandes empresas y que se centraba en memorias GRI que servían sobre todo para comunicar buenas prácticas o intenciones y no tanto para generar un impacto real.

Hoy, el panorama es radicalmente diferente. El reporting se ha convertido en un pilar estratégico que, regulado por normativas exigentes como la Ley 11/2018 y la CSRD / ESRS, ha pasado a ser una parte indispensable de la visión empresarial. Hemos pasado de informes descriptivos a informes que conectan la sostenibilidad con la estrategia corporativa y la creación de valor.

¿Cuál consideras que ha sido el cambio más transformador?

Como ya he dicho, ha habido una profunda transformación de la función del reporting en sostenibilidad. Para mí, el cambio más disruptivo ha sido la transición del reporting como herramienta de comunicación a su rol como instrumento de gestión estratégica. Antes, el informe se elaboraba a final de año y casi como un requisito reputacional. Actualmente, debería ser un proceso continuo que se extiende a lo largo del año y que influye en decisiones financieras, operativas y de gobernanza.

¿Qué tendencias en reporting ves para los próximos 5 años?

Una de las principales tendencias que ya anticipamos desde hace tiempo es la digitalización y el uso de inteligencia artificial para el análisis de datos. La tecnología para agilizar y optimizar la recopilación y análisis de datos ya existe. Un ejemplo es nuestra solución Mero. Atrás quedarán las hojas de Excel, las horas perdidas intentando descifrar de dónde surge la información y la frustración que despierta este proceso.

Otro tema importante es la creciente transparencia de la cadena de valor que se exigirá a las empresas. Las organizaciones deberán reportar impactos aguas arriba y aguas abajo, garantizando que sus proveedores cumplen con las regulaciones adecuadas.

Finalmente, esperamos ver también más convergencia entre el reporting financiero y el de sostenibilidad, motivado sobre todo por la taxonomía europea y la presión de los inversores y el financiamiento sostenible.

Normativa y estándares

¿Cómo ha impactado la CSRD y los ESRS en la manera de reportar?

La CSRD y los ESRS han marcado un antes y un después en el reporting de sostenibilidad. Estas normativas han profesionalizado el proceso y han obligado a las empresas a pasar de narrativas generales y poco aterrizadas a informes basados en la evidencia, escrupulosos y concretos. Ahora se exige que cada dato esté avalado por procesos robustos y que la información sea comparable, verificable y alineada con los estándares europeos (ESRS).

Esto ha supuesto un reto, pero también se ha convertido en una oportunidad única para integrar la sostenibilidad en la estrategia de negocio.

¿Qué errores comunes cometen las empresas al adaptarse a estos estándares?

Uno de los errores más frecuentes es concebir el reporting como un proyecto puntual, desconectado de la estrategia corporativa y de las áreas clave del negocio. Cuando el reporting no se integra en la toma de decisiones, se convierte en un ejercicio meramente formal, sin aportar valor real ni generar ventajas competitivas.

Otro error recurrente es subestimar la complejidad de la doble materialidad. Esta no es solo un requisito técnico, sino un proceso que implica entender cómo los impactos ambientales, sociales y de gobernanza afectan al negocio y, a la vez, cómo la empresa influye en su entorno.

Finalmente, muchas organizaciones priorizan cumplir plazos por encima de invertir en sistemas robustos que garanticen la calidad, la trazabilidad y la consistencia de la información. Sin herramientas adecuadas, el riesgo de errores, incoherencias y falta de credibilidad aumenta, poniendo en peligro la confianza de los inversores, reguladores y otros stakeholders.

¿Cómo se puede integrar la doble materialidad de manera efectiva en el reporting?

La clave está en la gobernanza del proceso. Es necesario involucrar todas las áreas —finanzas, operaciones, recursos humanos, sostenibilidad— desde el inicio, definir criterios claros y documentar cada decisión. Además, es fundamental utilizar herramientas que permitan gestionar la información de forma estructurada y auditable. La doble materialidad bien aplicada es una herramienta para identificar riesgos y oportunidades estratégicas.

Retos y oportunidades

¿Cuál es el reto más grande que enfrentan las empresas medianas frente a las grandes en reporting?

El principal reto es la falta de recursos internos y tecnológicos. Las grandes empresas suelen tener equipos específicos y sistemas avanzados, mientras que las medianas deben priorizar y optimizar. Mi consejo: centrarse en lo que es material (relevante), utilizar soluciones escalables y apoyarse en consultores especializados para garantizar el cumplimiento sin sobredimensionar costos.

Dicho esto, esta falta de recursos no debería ser un freno para invertir en reporting. Muchas empresas medianas forman parte de la cadena de valor de empresas más grandes, y estas cada vez ejercerán más presión para obtener datos ESG de sus proveedores.

De la misma manera, pymes que no puedan proporcionar datos ESG podrían quedarse fuera de licitaciones o perder clientes que deben cumplir con la CSRD. Hay sectores donde esto puede tener un impacto relevante, como el de la construcción, el de la energía, la alimentación, la moda o el transporte.

Además, bancos e inversores se están alineando con la CSRD y la taxonomía europea, y podrían dificultar el acceso a financiación o condiciones favorables si las pymes no reportan en sostenibilidad.

¿Qué oportunidades ofrece el reporting para mejorar la reputación y atraer inversión?

Un reporting sólido no es solo una obligación reguladora, sino una herramienta estratégica. Cuando se hace bien, posiciona a la empresa como referente en sostenibilidad, refuerza la confianza de los grupos de interés y genera credibilidad ante clientes, proveedores y reguladores.

Además, abre la puerta a financiación verde e inversiones responsables, ya que cada vez más inversores exigen transparencia, datos verificables y trazabilidad. Un informe bien elaborado demuestra compromiso, reduce riesgos percibidos y se convierte en una ventaja competitiva en mercados donde la sostenibilidad es clave para la decisión de inversión.

Estrategia y materialidad

¿Cómo se consigue que el reporting no sea solo cumplimiento sino una herramienta de creación de valor?

La mejor práctica es vincular los temas materiales con los objetivos estratégicos y los KPIs del negocio. El análisis de materialidad debe ser el punto de partida para establecer prioridades, asignar recursos y definir metas medibles. Cuando el reporting refleja esta conexión deja de ser un documento técnico y se transforma en una herramienta clave para la toma de decisiones.

Un buen informe debe contar una historia coherente: cómo la empresa gestiona riesgos, aprovecha oportunidades, genera impactos positivos y minimiza los negativos. Esto implica ir más allá de los indicadores y mostrar resultados tangibles en innovación, eficiencia y reputación. Un reporting bien elaborado refuerza la confianza de inversores, clientes, empleados y otros grupos de interés.

¿Qué papel debe jugar la Alta Dirección en el reporting ESG? ¿Y más allá del reporting?

La Alta Dirección debe tener un papel importante en el reporting ESG. Su implicación es clave para asegurar que la información y los datos sean precisos y consistentes con la estrategia de negocio, mostrando confianza ante inversores, reguladores y la sociedad en general. El reporting no debería ser un mero “trámite” anual, debe transformarse en una herramienta estratégica para anticipar riesgos, identificar oportunidades y reforzar el liderazgo corporativo.

Este liderazgo se concreta en tres áreas principales: el compromiso, para asegurar que la sostenibilidad sea parte integral del negocio porque la toma de decisiones en materia ESG impacta directamente en la reputación, el acceso a capital y el cumplimiento normativo; la asignación de recursos, para garantizar el presupuesto y el talento necesarios para ejecutar acciones efectivas; y la cultura corporativa para facilitar, desde arriba, la integración en todos los niveles.

Además, la Alta Dirección debe jugar un papel activo en el seguimiento y la revisión periódica de la estrategia ESG, velando porque los objetivos se cumplan, los indicadores clave se monitoricen de manera óptima y se adopten medidas correctivas cuando sea necesario.

Tecnología y datos

¿Qué papel juega la digitalización y las herramientas tecnológicas en el reporting actual?

Cada vez es más importante. Sin sistemas digitales, el reporting se convierte en un proceso manual, costoso y propenso a errores. Las herramientas tecnológicas permiten automatizar la recopilación de datos, garantizar trazabilidad y generar informes dinámicos. Además, facilitan la integración con otras áreas, como finanzas y operaciones, lo que mejora la eficiencia y la calidad del reporting.

¿Cómo se puede garantizar la calidad y la trazabilidad de los datos ESG?

Definiendo protocolos claros, auditando las fuentes y utilizando plataformas que integren datos desde todas las áreas. La verificación externa también es clave para dar credibilidad. En mi experiencia, las empresas que invierten en sistemas robustos no solo cumplen la normativa, sino que reducen riesgos y mejoran la toma de decisiones.

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